Por generaciones, la familia ha constituido el pilar básico sobre el que se ha sustentado la sociedad. La familia ha sido, a lo largo de la historia, el grupo natural de socialización. De hecho, ha sido la encargada de transmitir a sus hijos, las generaciones futuras, los valores socialmente aceptados.
Pero en los últimos años, tal vez en los últimos quince años, la familia parece haber abandonado su función principal, la de educadora. Se percibe agotada, tal vez frustrada y, en no pocos casos abandona su rol más importante dejando a la sociedad perdida en lo relativo a los valores fundamentales.
Hoy en día son muchas las familias que optan por no establecer normas estrictas en sus hogares. Son muchos los niños y las niñas que consiguen lo que desean fácilmente, sin esfuerzo alguno. Son pocos los niños y niñas que asumen responsabilidades en el marco familiar.
Es cierto que la mayoría de los padres y madres atienden las necesidades de sus hijos y responden a ellas. Existe, en general, una gran implicación afectiva. Pero falta la firmeza, el liderazgo y el control paterno en el día a día de las relaciones familiares; falta la orientación y la comunicación bien entendida.
La consecuencia es clara y se observa claramente en el ambiente escolar. Cada vez hay más problemas de disciplina, menor resistencia a la frustración; mayor desinterés por las actividades académicas.
Estos son problemas que sólo se pueden resolver en el ámbito familiar. Solamente si la familia funciona adecuadamente el fracaso escolar se podrá reducir significativamente. Solamente si la familia se involucra, apoya y confía en el profesorado y en los orientadores de los centros educativos conseguiremos, entre todos, mejorar las perspectivas de futuro de parte del 30% de jóvenes que no son capaces de terminar los estudios de secundaria este país.
Evidentemente no todos los problemas escolares son consecuencia de la falta de implicación familiar. Existen casos que tienen que ver con otras causas relacionadas con problemas de aprendizaje.
Pero aquellos relacionados con problemas de autoestima, de desmotivación, de falta de sueño, de falta de hábitos, de falta de normas, de apatía …son problemas que no puede arreglar la escuela por si sola. Es imprescindible la capital implicación de la familia.
Pero en los últimos años, tal vez en los últimos quince años, la familia parece haber abandonado su función principal, la de educadora. Se percibe agotada, tal vez frustrada y, en no pocos casos abandona su rol más importante dejando a la sociedad perdida en lo relativo a los valores fundamentales.
Hoy en día son muchas las familias que optan por no establecer normas estrictas en sus hogares. Son muchos los niños y las niñas que consiguen lo que desean fácilmente, sin esfuerzo alguno. Son pocos los niños y niñas que asumen responsabilidades en el marco familiar.
Es cierto que la mayoría de los padres y madres atienden las necesidades de sus hijos y responden a ellas. Existe, en general, una gran implicación afectiva. Pero falta la firmeza, el liderazgo y el control paterno en el día a día de las relaciones familiares; falta la orientación y la comunicación bien entendida.
La consecuencia es clara y se observa claramente en el ambiente escolar. Cada vez hay más problemas de disciplina, menor resistencia a la frustración; mayor desinterés por las actividades académicas.
Estos son problemas que sólo se pueden resolver en el ámbito familiar. Solamente si la familia funciona adecuadamente el fracaso escolar se podrá reducir significativamente. Solamente si la familia se involucra, apoya y confía en el profesorado y en los orientadores de los centros educativos conseguiremos, entre todos, mejorar las perspectivas de futuro de parte del 30% de jóvenes que no son capaces de terminar los estudios de secundaria este país.
Evidentemente no todos los problemas escolares son consecuencia de la falta de implicación familiar. Existen casos que tienen que ver con otras causas relacionadas con problemas de aprendizaje.
Pero aquellos relacionados con problemas de autoestima, de desmotivación, de falta de sueño, de falta de hábitos, de falta de normas, de apatía …son problemas que no puede arreglar la escuela por si sola. Es imprescindible la capital implicación de la familia.
