sábado, 10 de enero de 2009

DE LA BUENA EDUCACIÓN

Si lo que el profesor Ricardo Moreno Castillo pretendía con su libro “De la buena y la mala educación” era encender de nuevo el debate sobre la calidad de la Educación en nuestro país, lo ha conseguido.
Es imposible leer su libro sin inmutarse.
Siendo ambos docentes, tenemos puntos de vista radicalmente distintos sobre cómo debe funcionar un buen sistema educativo. Es cierto que trabajamos en etapas educativas muy diferentes, soy maestra de Educación Primaria, pero eso no justifica en absoluto que nuestras visiones sean prácticamente opuestas.
La crítica feroz hacia los pedagogos y hacia la pedagogía en general, me ha dejado totalmente desconcertada. Se me hace difícil entender que haya profesores que desprecien la importante labor que realizan o deberían realizar los orientadores y las orientadoras en los centros educativos y que rechacen la pedagogía y la psicopedagogía como ciencias que ayudan a los docente en su quehacer diario ofreciéndonos estrategias y métodos de trabajo que en no pocos casos pueden rescatar a un niño o a un joven de una situación cercana al fracaso escolar.
Pretender que nuestra escuela no es un reflejo de nuestra sociedad, es negar una realidad evidente. De hecho, la crisis de valores que que vive nuestra sociedad se percibe directamente en la escuela. La falta de motivación, la falta de autoestima, la falta de interés general, la apatía, la dejadez, la poca tolerancia a la frustración, los problemas de conducta.… son problemas con los que se encuentra la escuela actual.
Coincido con el profesor Moreno en que “si la misión de la escuela consiste en mejorar la sociedad mejorando a los ciudadanos, hay que concebir ésta como un lugar donde no se valoran muchas modas y comportamientos que sí tienen gran predicamento fuera de ella”. Lo que no entiendo es como pretende el profesor influír en los comportamientos de sus alumnos y de sus alumnas si no es a través de técnicas desarrolladas en el campo de la pedagogía y la psicología . Técnicas de modificación de conducta como la de economía de fichas, el time-out, las técnicas de relajación o las de aislamiento, entre otras, pueden aportarnos soluciones a problemas que tal vez de otra manera no podríamos abordar y contribuir verdaderamente a mejorar la sociedad.
Por otro lado el profesor Ricardo Moreno considera que “si a partir de los 12 años un niño quiere aprender un oficio para entrar cualificado en el mercado laboral, debe ser respetado y se le deben proporcionar los medios para aprender el oficio que elija”.
Perverso sería, desde mi punto de vista, invitar a nuestros niños y niñas de tan solo 12 años a abandonar el sistema sin ofrecerles, al menos, una oportunidad de futuro. Plantear su expulsión del sistema educativo como una demostración de respecto hacia sus intereses me parece además una gran hipocresía.
Considero, en cambio, que las opciones de agrupamientos flexibles que nos ofrece nuestro sistema educativo son soluciones que dan a nuetros jóvenes más posibilidades de futuro. A fin de cuentas, tiempo tendrán de aprender un oficio teniendo en cuenta que la edad mínima para empezar a trabajar son los 16 años.
Publicado en la voz digital.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No he leído el libro de aquel apreciado profesor de matemáticas, con lo cual mi objetividad sobre el tema va a verse mermada en cierta medida; a pesar de ello me atrevo a pronosticar que el señor Moreno, o D. Ricardo, no ha escrito un libro falaz ni mucho menos.

Según leo en tu escrito en él se anima a padres y profesores a instar y a facilitar respectivamente el futuro de los niños desde una edad ciertamente corta, edad en la que todavía son maleables y cabría la posibilidad de convencerlos para que tuviesen metas más elevadas (en algunos casos las nuestras). Me reitero: posiblemente seríamos capaces de encauzar a muchos, o a algunos, niños a quienes les encanta la carpintería, o la cantería...o lo que sea, y convertirlos en nuevos titulados universitarios.

Todo un logro ciertamente, siempre que podamos asegurar que la plenitud y la satisfación personal viene dada por poder presentar un buen curriculum en lugar de por hacer un buen trabajo (cual sea).

Hasta ahora he hablado de quienes luego de "encauzados" fueron capaces de terminar sus estudios...pero: ¿qué pasa con aquellos que se estampan contra un paredón de desidia y dejadez ante algo que realmente jamás desearon hacer?

Yo fui estudiante, contigo Charo...adivina, jeje. Era muy mal, muy pero que muy mal estudiante. No me interesaba en absoluto lo que se impartía en clase (cuando iba) y me dedicaba a ESTORBAR, y lo pongo en letras mayúsculas porque no tiene otra definición posible. En mi caso no anhelaba oficios varios a los 12 años, pero si lo hubiese hecho y alguien me lo hubiese enseñado, no habría estado cuatro años molestando a profesores y compañeros en un instituto al que iba a todo menos a estudiar. además ahora tendría un oficio en lugar de un fracaso escolar del copón y mucha maleta a la espalda.

Es posible que en algunos casos estemos cambiando un arquitecto por un albañil, buen profesional si ha aprendido su oficio en condiciones, pero en la mayoría de los casos no me cabe la menor duda de que el cambio sería el de un buen albañil por el de un jornalero.

No me extiendo más, podría seguir con el "favor" que estos chavales hacen al resto de sus compañeros, pero ya es un tema algo manido que dejaremos para otra ocasión.

Un saludo cordial,
Uno que pasó por aquí y le gusto el blog.

Charo dijo...

Hola anónimo:
La verdad es que no adivino quién eres. Y, por cierto, lo del fracaso “escolar del copón”, no se te nota nada.
Coincido contigo en que Ricardo Moreno no escribió un libro falaz en absoluto. Simplemente transmite un punto de vista sobre nuestro sistema educativo con el que no coincido en gran medida.
Ricardo apuesta por sacar del sistema educativo obligatorio (que hoy se extiende hasta los 16 años) a los niños de 12 años que manifiestan poco interés por la escuela. Yo, en cambio creo que debemos intentar que esos niños cambien su actitud e intenten terminar la escolaridad obligatoria, imprescindible para desenvolverse en la vida. No te olvides de que hoy tenemos un fracaso escolar muy elevado, entorno al 25 %.
Soy de las que creo que el sistema debe de invertir en recursos para que este porcentaje sea menor.
No se trate de que apueste por salvar a los posibles arquitectos. En absoluto. Sólo se trata de que consigan la titulación académica más básica, formación que les ayudará a desenvolverse en la vida.
No te olvides que a la formación profesional, hoy en día, sólo se accede una vea que se ha superado la escolaridad obligatoria.
Yo, lo que pienso, es que el esfuerzo por reenganchar a esos niños y a esas niñas en el sistema debe ser mayor. Y la psicología y la pedagogía son claves en estos casos. Ricardo, en su libro, las desprecia y critica ferozmente a los especialistas en esta ciencias.
Por cierto, tu caso es muy diferente. Si ibas a clase cuando querías es por ya estabas en el instituto y por tanto tenías el graduado escolar. Aquí estamos hablando de niños que no terminan la ESO, por lo que no consiguen ese título.
Encantada de que hayas pasado por aquí.
Gracias por tu opinión.
Un cordial saludo.