Entre Rita y mis ojos... un fusil.
Quien a Rita conoce, se postra
y reza
al Dios de su ojos de miel.
...
Besé a Rita
cuando niña,
aún recuerdo cómo... se pegó
a mí: una trenza preciosa cubrió mi brazo.
Recuerdo a Rita
como el pájaro a la charca.
Rita, Rita...
Teníamos un millón de pájaros y de fotos,
y mil citas,
y contra todo abrió fuego... un fusil.
El nombre de Rita le sabía a fiesta a mi boca,
el cuerpo de Rita se desposaba en mi sangre.
En Rita me perdí... dos años,
durmió en mi regazo dos años,
nos prometimos ante el cáliz más bello,
ardimos en el vino de dos labios,
nacimos dos veces.
Rita, Rita...
Nada privaba a mis ojos
de los tuyos, si acaso nuestras cabezadas
o alguna nube de miel,
hasta que irrumpió... aquel fusil.
Érase que se era,
oh silencio del atardecer,
una mañana en que mi luna partió
con los ojos de miel.
La ciudad
barrió a los rapsodas, y a Rita.
Entre Rita y mis ojos... un fusil.
Mahmud Darwix, Poesía escogida (1966-2005)
Traducción de Luz Gómez García
Pre-Textos, 2008
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